«Esas pequeñas cosas que me hacen sentir bien», por Sílvia Cóppulo

Hoy me he emocionado mucho al leer este precioso y reflexivo texto de mi buena amiga Sílvia Cóppulo, lo comparto aquí con todos vosotros y espero que os guste tanto como a mí:

¡Qué buen aspecto tienes!, me dicen mis amigas. ¿Te haces algo en la cara?, se atreve una de ellas. Hace años que respondo afirmativamente y con mi mejor sonrisa. Porque me gusta estar bien y poder ofrecer a los demás y a mí misma mi mejor aspecto, dejo en manos de mi amiga la Dra. Cristina Villanueva esos pequeños retoques, que buscan mantener mi expresión más serena y feliz, relajándola. Todo muy natural, sin pretender parecer una persona de veinte años, ni tener unos labios africanos; es decir, siendo yo misma. 

Después de contarles el buen gusto, llevado con magistral armonía y la experiencia y los conocimientos de mi médico de estética de cabecera, entramos a dialogar más sobre la libertad de elegir. Que de eso precisamente se trata. 

¿Retoques en la cara, retoques en el pelo? Yo digo sí y sí. A mí me gusta mantener la melena larga y rubia y no, no quiero que asome ninguna cana. A algunas chicas se la ve estilosas con el pelo blanco. A otras, según mi opinión, no les favorece, pero todas estamos en nuestro derecho de tomar nuestra decisión. Me gusta estar bien y con mi propio estilo. Son esas pequeñas cosas las que, a mi entender, me ayudan a sentirme bien, activa y optimista. Y ese es el tono vital precisamente que quiero comunicar.

Comunicar con los ojos, la sonrisa y la posición corporal

¿Sabéis que la mayor parte de nuestra comunicación la hacemos llegar con la expresión de nuestra cara (en especial de nuestros ojos y nuestros labios), y nuestra posición corporal? En mis sesiones de coaching con directivos, les cuento que ya en 1872; es decir, hace más de 150 años, el naturalista británico Charles Darwin descubrió lo que el denominó el “feed-back facial”. Personas y animales (principalmente mamíferos) expresan la tristeza, el miedo o la angustia con una hiperactividad excesiva de los músculos, que produce el ceño fruncido. Les denominó los “músculos de la aflicción”. 

Muchos años después, en 2003, Michael P. Hackman (Sociedad de Psiquiatría de EEUU), E. Fin y E. Waserman publicaron en el Journal of Psychiatric Research que, inyectando toxina botulínica en puntos clave de esos músculos de la aflicción, por el efecto del feed-back facial de Darwin, la relajación facial muscular informa al cerebro de que nos sentimos más relajados. Os aseguro que es exactamente así. Incluso estando bien, si mi cara está más tranquila, yo puedo abrir mi expresión con jovialidad al mundo. 

Abundando en el mundo animal y la relación entre los estados de ánimo y nuestro semblante, el Dr. Allan McElligott, de la Universidad Queen Mary de Londres, descubrió y publicó en la Royal Society Open Science (2018) que los animales, incluso las cabras, prefieren interactuar con personas que sonríen o se muestran felices. ¡Las cabras!

La maestría, el buen gusto y la complicidad de la Dra. Villanueva me ayudan a alegrarme el corazón. Son esas pequeñas cosas…

Por Sílvia Cóppulo

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