Como os prometí en mi anterior post, «Cómo maximizar los resultados de los tratamientos de la medicina estética. I parte», os voy a hablar de que construir una base de buenos hábitos de vida diarios es la forma perfecta para, junto con la alimentación, conseguir un mejor y más duradero resultado en los tratamientos de medicina estética.
Muchos han declarado que la medicina estética, mediante la ciencia, es un medio para conseguir eliminar pequeñas imperfecciones, mejorar la apariencia de nuestro rostro y de otras partes del cuerpo, prevenir el envejecimiento y, por supuesto, lograr el rejuvenecimiento, y es cierto, pero no debemos de olvidar que también busca el bienestar emocional de los pacientes. Por ello, aquí hago un inciso, somos la consecuencia natural de un estado: la mezcla de nuestro físico y mente. Por esa misma razón, creo que los especialistas de esta rama de la medicina debemos aconsejar el equilibrio entre tratamientos de medicina estética y unos hábitos de vida diarios saludables, y es por eso por lo que siempre recomiendo a mis pacientes que, si realmente desean lograr el 100% de lo citado, es necesario algo más que ponerse en manos de profesionales de la medicina estética y someterse a tratamientos, ya que también es muy importante adoptar unos hábitos de vida saludables, entre los que se encuentran:
- Hacer ejercicio de forma habitual, por ejemplo, andar a un ritmo rápido durante unos 20 minutos diarios, algo muy factible de incorporar a la rutina. La práctica del ejercicio físico nos ayuda, entre otras cosas, a que nuestra piel se mantenga tersa y joven porque mejora la circulación sanguínea en las capas de la piel, ya sea en el tejido celular subcutáneo, dermis o epidermis, y, además, colabora en una mayor regeneración celular. También protege del daño oxidativo ralentizando, así, la aparición de arrugas.
- Dormir bien. España es el país de Europa en el que menos horas dormimos, y dormir poco contribuye a acelerar el proceso de envejecimiento y no deja que el cuerpo se recupere adecuadamente del desgaste sufrido durante el día. Por otro lado, la piel y el sistema nervioso están estrechamente relacionados, y la falta de sueño desestabiliza nuestro sistema nervioso, lo que debilita la capacidad natural de la piel de repararse.
- Controlar el estrés. Ya sea hacer meditación, yoga o tomarse unos instantes para relajarse y evadirse de los problemas y de las preocupaciones, siempre afectará positivamente a nuestra salud y a nuestro equilibrio psíquico y emocional, y esto tendrá sus correspondientes buenos efectos en el cuerpo, y que, sobre todo, se apreciarán en el cutis.
- Protegerse de la radiación nociva del sol. Hay que utilizar protector solar todos los días, independientemente de la estación del año en la que nos encontremos.
- No fumar. Está comprobado que la piel de los fumadores envejece más rápido en comparación con la de las personas que no fuman. El humo del tabaco seca la piel, y fumar, entre otras cosas negativas, reduce la cantidad de flujo sanguíneo que llega a esta, privándola de oxígeno y otros nutrientes esenciales y provocando la deshidratación. Además, los tóxicos del cigarrillo afectan a cada una de las células del organismo, lo que da como resultado un cuerpo más enfermo y una piel visiblemente arrugada y con manchas, así como otros trastornos cutáneos que deterioran su aspecto.
Hay otros muchos buenos hábitos de vida, como sociabilizar, ser consecuente con nuestras ideas y pensamientos, ayudar a los demás, tener una actitud positiva ante las adversidades…, lo cierto, y de lo que no hay duda, y que quiero compartir con vosotros, es que tanto una buena alimentación —como expliqué en mi anterior post— como unos hábitos de vida saludables, maximizan los resultados de la medicina estética y hacen sus efectos más duraderos. Quiero, para acabar, recordar una frase que ejemplifica lo he querido transmitiros: «Que la belleza sea consecuencia de tu salud».