Sí, mi consulta cumple 3 años, parece imposible. La inquietud me empujaba. Había aprendido mucho; podía sentirme satisfecha de todos los logros profesionales que, con los años, iba acumulando, y, sin embargo, un nuevo proyecto se estaba gestando.
Hace tres años pudimos materializar aquella primera idea vaga, que tomó cuerpo, fue un sueño y ahora se ha convertido en una realidad: la consulta propia. Abriros nuestra propia casa significaba asumir retos, crear escuela, mejorar los tratamientos, dar conferencias en las principales capitales europeas, recibirlas también y sentir que cada día que pasa podría crecer personal y profesionalmente.
Os escribo porque quiero daros las gracias a todos. A las pacientes, que nunca mejor dicho, pacientemente me buscaron en la red hasta dar con nuestra nueva consulta. A mi marido y a mis cuatro hijos, que me han apoyado siempre, en las horas alegres, en las horas complejas y en las que no cabe todo el trabajo pendiente. Gracias también a mis padres y a mis antiguos maestros, que crearon en mí el deseo de saber más y trabajar mejor.
Soy médico cirujano, me he especializado en medicina estética, concretamente en tratamientos de rejuvenecimiento facial, y estoy satisfecha de ser pionera en España en el uso estético de los neuromoduladores para arrugas de expresión. Ahora puedo deciros que me siento orgullosa del salto que nuestra propia consulta me ha permitido llevar a cabo.
Los cambios en los tratamientos, esas cánulas finísimas, las agujas que casi ni se notan y la propia evolución de los productos médicos – cada vez más seguros y naturales – han acercado los resultados de los tratamientos médicos a los quirúrgicos. Hoy nuestra formación nada tiene que ver con la de hace poquísimo. Lo comprobamos cuando asistimos a congresos profesionales y compartimos experiencias con nuestros colegas en España y Europa, o cuando damos clases a los estudiantes del máster de Medicina Estética de la Universidad Cardenal Herrera de Valencia.
Me siento muy afortunada también de pertenecer al grupo de formadores de los laboratorios Allergan y de contar con la colaboración y el compromiso de mi equipo. Laura Manzanera y Cristina Planella están siempre ahí, atentas a cada detalle para que avancemos juntos. Hoy más que nunca, puedo afirmar también que mis pacientes son mis amigas. Las personas con las que nos rodeamos nos permiten ser mejores.
La consulta propia hace posible ofreceros todo lo que imaginaba y todo lo que no sabía que llegaría a saber. Aquel proyecto es hoy una realidad consolidada. Los ojos ven lo que la mente sabe.
Me emociona pensar que continuaremos compartiendo nuestro futuro. Por eso ahora, permitidme este instante de reflexión para confesaros que soy feliz cada día que os abro la puerta y entráis vestidas con una sonrisa de complicidad. Y ya van tres años.