Todos nos hemos dado cuenta de la importancia que tienen los pómulos en la cara, ya que son un signo de feminidad y resultan atractivos; sin embargo, con el paso del tiempo o por motivos genéticos los pómulos se van perdiendo.
Cuando utilizamos inyectables para proyectar el pómulo y recuperar el volumen perdido, obtenemos varios beneficios directos e indirectos, que quiero detallaros a continuación:
1º La cara queda más estilizada al marcar más el pómulo.
2º Al subir el pómulo, los ojos recuperan su base de sustentación, por lo que mejoran su aspecto y parecemos más descansados.
3º Al subir el pómulo, mejora también el tercio inferior de la cara, puesto que se eleva la piel de la zona superior y deja de pesar sobre la inferior. Esta subida hace que mejoren indirectamente los surcos nasogenianos y las líneas de marioneta.
4º Ayudamos a retrasar el envejecimiento al dar soporte al hueso zigomático.
5º El rostro queda más femenino porque el pómulo es un signo de feminidad; en el hombre, el pómulo ha de inyectarse más bajo para evitar feminizar la cara.
6º La piel recupera la tersura gracias al volumen y a la acción sobre la dermis del ácido hialurónico, apareciendo más tersa y luminosa.
Como veis, es muy importante tratar esta zona del rostro, ya que así conseguiremos un aspecto atractivo, juvenil y descansado.
El tratamiento se realiza con ácido hialurónico de alta densidad, que se sitúa junto al hueso, y de menos densidad, el que podemos necesitar más superficial para acabar de completar el tratamiento. Casi siempre trabajamos con cánulas que son de frente redondeada para que sea menos traumático y haya menos posibilidades de inflamación y moraditos.
Tras el tratamiento, no debemos exponernos ni al sol ni al calor, pero podemos reincorporarnos inmediatamente a nuestra vida normal.