En este artículo voy a hablaros de la medicina estética preventiva, conocida por expertos con el nombre de prejuvenation, por combinar la prevención y rejuvenecimiento. Esta disciplina engloba una serie de tratamientos que se aplican a pieles jóvenes para evitar los cambios en el rostro derivados del envejecimiento, previniendo los signos de la madurez como arrugas, ojeras, flacidez, etc.
La medicina estética preventiva, clave para mantener la salud cutánea
Teniendo en cuenta que sabemos cuáles son los primeros signos de envejecimiento y su cronología, podemos prevenir entre otras cosas, la aparición de las temidas arrugas con tratamientos preventivos y no invasivos como el ácido hialurónico y los neuromoduladores. Estos materiales además de ser biodegradables, son muy bien aceptados por nuestro organismo. Tienen excelentes resultados en pacientes jóvenes, ya que frenan notablemente el envejecimiento sin necesidad de una intervención quirúrgica.
Cada vez es más frecuente que acudan a la clínica personas de entre veinticinco y cuarenta años, ya que son conscientes de que actuar antes de que lo haga el paso del tiempo tiene efectos positivos en el presente y en el futuro, puesto que se envejecerá de una forma equilibrada y con una piel sin imperfecciones, uniforme y suave.
La medicina estética preventiva, por todos los beneficios que conlleva, es actualmente una tendencia en auge. De hecho, según un estudio de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME), un 35,9% de la población española recurre a tratamientos de belleza. De este porcentaje, ya son cuatro de cada diez quienes lo hacen a partir de veintiséis años.
Estos datos son un reflejo de cómo los procedimientos, incluidos en el concepto de prejuvenation, se han incrementado en los últimos años. Con estos tratamientos, siempre y cuando sean realizados por profesionales, parecerá que el tiempo se ha detenido en nuestra piel.
La valoración médica, fundamental para tratar cada tipo de piel
Aunque conocemos que, de forma general, a partir de los veinticinco años empieza a disminuir el colágeno y la concentración de ácido hialurónico, hay que tener en cuenta el estado de cada piel, por lo que la valoración de un experto resulta esencial para aplicar el procedimiento que más se adapte a cada paciente. Cada rostro, de acuerdo con sus características anatómicas, tiene unos marcadores del envejecimiento que nos indican por dónde va envejecer.
Esos son los puntos que hemos de diagnosticar y, por tanto, empezar a tratar. En algunos casos, ver a las madres puede ayudarnos a detectar los peores signos de envejecimiento. Por ella la experiencia y el estudio anatómico es lo que nos permite detectar y tratar estos signos de envejecimiento.
La necesidad de ese conocimiento anatómico obliga a que seamos profesionales acreditados quienes apliquemos esos tratamientos. Conseguimos hacer de la delicadeza su seña de identidad y aportar, unos resultados atractivos y naturales.
Dicho de otro modo, los tratamientos preventivos, y no agresivos, en pieles jóvenes logran retrasar con éxito el paso del tiempo en nuestro rostro. Tratamos y prevenimos el envejecimiento de forma suave y progresiva, empleando procedimientos reversibles y no quirúrgicos. Conseguimos, de esta manera, que todo aquel que lo desee tenga un mejor aspecto, y el equilibrio y la armonía de una piel cuidada y joven.