La radiación ultravioleta es la principal responsable de las alteraciones dañinas de la piel. Su energía es inversamente proporcional a su longitud de onda, la más corta es la más energética. Atendiendo a esta propiedad se clasifican en 3 bandas: UVC, UVB y UVA. Por otro lado, el sol es fuente de vida, nos da calor, luz, permite la síntesis de vitamina D y brinda beneficios en los estados de estrés, por eso se deben fomentar las actividades al aire libre, tomando las precauciones necesarias. Estamos a las puertas del verano y resulta especialmente importante protegerse del sol de forma adecuada. Conviene beber agua con mucha más frecuencia que en otras épocas para compensar la pérdida de líquidos durante nuestras exposiciones al sol.
Agua abundante y sales minerales
Si además realizamos ejercicio físico nuestro metabolismo reacciona elevando la temperatura del cuerpo y nuestro organismo regula la temperatura del cuerpo mediante la sudoración. Por tanto conviene también compensar la pérdida de sales minerales que supone la sudoración con la ayuda de bebidas isotónicas. Esta pérdida de líquido corporal la debemos compensar con la toma de agua antes, durante y después del ejercicio para evitar las temidas “pájaras” que no son más que una brusca disminución de nuestro rendimiento provocada por la pérdida de un 1 a 2% de los líquidos corporales.
Evita la exposición en las horas centrales del día
La exposición al sol tiene sus riesgos, provoca efectos nocivos como el envejecimiento cutáneo (arrugas y manchas) y con el tiempo puede llegar a provocar cáncer de piel o melanoma si no tomamos una serie de precauciones. Los primeros días conviene exponerse pocos minutos al sol, nuestra piel no está acostumbrada y un periodo de larga exposición podría provocar quemaduras. A partir del 3er día puedes tomar el sol durante más tiempo pero evitando siempre las horas centrales del día, de 11 a 15h., cuando los rayos ultravioleta son más intensos.
Usa protector solar
Incluso en días nublados (ya que las nubes permiten el paso de las radiaciones solares) debemos usar cremas protectoras, aplicándolas aproximadamente cada 2 horas. Recomiendo usar protección 30 como mínimo , teniendo en cuenta además que cada piel es diferente y no va a necesitar el mismo cuidado una piel blanca que una piel morena. En caso además de alergias existen cremas especiales adaptadas a tales circunstancias.
Cuida tu piel también después
Después de tu baño de sol conviene hidratar la piel con las clásicas cremas hidratantes que te refrescaran y proporcionaran una agradable sensación en la piel. En caso de aparecer un fuerte tono rojizo o una quemadura clara consulta con tu médico pero procura aplicar rápidamente algún gel descongestivo a base de aloe vera, avena o manzanilla y beber abundante líquido. Una ducha de agua tibia ayuda también a nuestra piel a restablecer su equilibrio.
Como complemento perfecto, una buena alimentación a base de fruta y verduras contribuirá especialmente a mantener tu cuerpo bien hidratado.